A mis «amigos y colegas»: Sin dádivas también se puede. Para ejercer no hay que ser mudo, sordo y ciego.
Si lo único que te mueve es el dinero, estudiaste la profesión equivocada. El periodismo «exige» más.
Mercadearse es la parte fácil. El periodismo es más que eso, demanda sensibilidad social, integridad, sacrificio, imparcialidad, objetividad, y hasta honestidad, algo muy escaso en estos tiempos.
Lo peor es que «periodistas» que históricamente se han vendido como «impolutos» y que han sido paradigma para los que vinieron después que ellos, claudicaron, han resultado un «fiasco».
Ejemplos hay muchos. Podríamos comenzar por Juan TH, uno a quien el sistema le «jedía» y ahora, desde que empezó a «guisar», todo le huele a «verdolaga».
De ése, recuerdo que escribía un artículo «antiimperialista» en el periódico El Nacional, en el que se vendía como acérrimo defensor del socialismo, criticando todo lo que olía a «yankis» y a capitalismo. Resultó un farsante más.
Ahora lo único que hace es «mirar para atrás» para cuestionar al PLD, a Danilo y a Leonel. Parece que se le agotaron las balas contra la injusticia y la «explotación del hombre por el hombre».
Charlatanes
Como él, hay cientos de charlatanes que han vendido hasta su alma a cambio de inmerecidos reconocimientos, a los que el tiempo les ha quitado la careta, como a los otrora respetados Huchi Lora, Juan Bolívar Díaz y Margarita Cordero, quienes al parecer nacieron en el país equivocado, ya que formaron parte de una malévola campaña para desacreditar a la República Dominicana, denunciando abusos que nunca ocurrieron contra inmigrantes haitianos. Su ego y antidominicanismo los redujo a casi nada.
Hay otros que se oponían a la censura y defendían «hasta con su vida» la libertad de expresión, y hoy están mudos ante un proyecto de mordaza que promueve el oficialismo para controlar ese derecho por el que tantos periodistas sacrificaron y ofrendaron su existencia.
Si esos farsantes emplearan la mitad de ese empeño para defender a los más de dos millones de dominicanos que residimos en otras naciones y que somos víctimas de toda clase de vejámenes y discriminaciones, gozaran de mi admiración. Pero no, al Diablo con eso.