El objeto de todo líder político es alcanzar el poder para desarrollar sus ideas mediante un programa de gobierno. En ese proyecto se establecen los problemas –previa investigación— y se formulan las propuestas de solución económicas, sociales y culturales.
Así lo hizo Bosch en la campaña electoral que se llevó a cabo antes de los comicios presidenciales del 20 de diciembre de 1962. Inclusive diseñó una estrategia inteligente, mediante el lema del “borrón y cuenta nueva” y supo atraerse a los partidarios del extinto Rafael Trujillo Molina. Hasta Joaquín Balaguer, desde el exilio, mandó a votar por el entonces candidato del PRD.
Llegó al poder, reformó la Constitución y mostró buenas intenciones para el país. Sin embargo, mandó a convertir a todos los locales del PRD, en la geografía nacional, en escuelas públicas, una especie de expresar que las motivaciones políticas terminaron, lo que le trajo problemas en esa organización.
Peor aún: no realizó un solo cambio en los institutos armados, dejando activos a todos los generales trujillistas, los cuales tempranamente empezaron a conspirar y lo derrocaron faltando dos días para completar siete meses de gobierno constitucional. Fue enviado al exilio. Hay que reconocer que no robó ni mató.
Errático
Después del golpe de Estado Bosch se convirtió en un líder errático, que contribuyó, directa o indirectamente, para que la franja democrática de la República Dominicana se mantenga fuera del poder. Regresó al país después de la Revolución de Abril, faltando poco tiempo para el certamen comicial de junio de 1966, en el que participó nuevamente como candidato del PRD, pero limitando su campaña a charlas radiofónicas, no recorrió el país.
Se sabe que no había un clima político adecuado, porque el país estaba ocupado por tropas norteamericanas, que apoyaban abiertamente a Joaquín Balaguer. Lo más aconsejable hubiera sido que Bosch no participe yopte por denunciar ante el mundo la situación de la República Dominicana.
Inmediatamente pasan las elecciones e inicia el terror político balaguerista, Bosch se marcha hacia Benidorm, España, donde se dedica a escribir, lo que demuestra su carácter irresponsable y ser hombre que no se expone a riesgos. Quien se la jugó fue el doctor José Francisco Peña Gómez.
El expresidente regresa al país faltando dos meses para el torneo comicial de 1970. Y vino a separar al PRD de las fuerzas de izquierda, a tal punto que algunos dirigentes del partido blanco fueron expulsados bajo la acusación de comunistas, una forma de decirle a Joaquín Balaguer: “Mire nosotros somos tranquilos, conmigo no habría problema”.
Disparate
Y procedió de inmediato a la autorización de la abstención electoral del PRD, un acto de incoherencia política si partimos de que un año antes había escrito la tesis “Dictadura con Respaldo Popular”, desde París, Francia, la cual fue desestimada por sus propios compañeros de partido, por ser un verdadero disparate. ¿Cuándo una dictadura ha contado con apoyo popular?